
Colombia y el nuevo equilibrio global: Petro, soberanía y aislamiento
UN GIRO DIPLOMÁTICO QUE SACUDE EL TABLERO. La decisión del presidente Gustavo Petro de romper relaciones diplomáticas con Israel marcó uno de los puntos más álgidos de la política exterior colombiana en las últimas décadas. El gesto, justificado por el mandatario como una “posición ética ante el genocidio palestino”, tenso la relación con uno de los principales socios comerciales y tecnológicas del país, pero sobre todo reabrió el debate sobre la orientación internacional del gobierno y su lugar dentro del tablero global. Israel ha sido históricamente un socio estratégico en materia de seguridad, defensa y tecnología militar. La ruptura no implica un quiebre diplomático, sino que también proyecta dudas sobre la estabilidad de acuerdos bilaterales clave y envía señales contradictorias a los mercados internacionales, que observan con cautela el rumbo geopolítico de Bogotá.
LA RELACIÓN CON ESTADOS UNIDOS: UN VÍNCULO INESTABLE. El vínculo con Estados Unidos (principal socio comercial y político de Colombia) atraviesa un momento de ambigüedad. Aunque el Tratado de Libre Comercio (TCL) firmado en 2012 sigue vigente, la tensión política crece a medida que el gobierno de Petro impulsa una agenda de reindustrialización estatal, transición energética y mayor regulación sobre capital extranjero, lo que genera incertidumbre en Washington y entre los inversores norteamericanos. La situación se ha agravado por la retórica confrontativa de Petro, que ha denunciado las “intervenciones imperiales” de Estados Unidos (principal socio comercial y político de Colombia) en América Latina y ha buscado una política exterior “autónoma” respecto a los intereses de Washington. La administración Trump, en particular, ha mantenido una postura hostil hacia el gobierno colombiano, especialmente tras los acercamientos de Petro con Venezuela y China, considerados por sectores republicanos como un “alineamiento con el eje antinorteamericano”.
PETRO, VENEZUELA Y EL EJE BOLIVIANO. La normalización de relaciones entre Colombia y Venezuela fue uno de los primeros pasos diplomáticos del gobierno de Petro. El presidente buscó reabrir las fronteras, relanzar el comercio bilateral y mediar en las negociaciones entre el chavismo y la oposición, con el objetivo de estabilizar la región fronteriza y reducir el contrabando y la migración irregular. Sin embargo, este acercamiento despertó críticas internas y externas: para la oposición colombiana, el vínculo con Nicolas Maduro representa una “deriva ideológica” y un riesgo para las relaciones con Estados Unidos. A pesar de ello, Petro sostiene que “sin Caracas no hay estabilidad regional”, y que la diplomacia debe priorizar la cooperación sobre el aislamiento.
CHINA: SOCIO COMERCIAL Y DESAFÍO ESTRATÉGICO. China se ha convertido en el segundo socio comercial de Colombia, desplazando gradualmente a la Unión Europea. La cooperación se ha extendido a infraestructura, tecnología y energía. Proyectos de inversión chinos en el metro de Bogotá, en la minería de litio y en la red 5G, reflejan un nuevo patrón de dependencia tecnológica, que equilibra la influencia estadounidense, pero aumenta la exposición a la competencia entre potencias. El gobierno de Petro ha celebrado estos lazos como parte de una estrategia de “diplomacia multipolar”, en la que Colombia busca diversificar alianzas y reducir la subordinación histórica a Washington. No obstante, este giro genera preocupación en los sectores empresariales tradicionales, que temen sanciones o fricciones comerciales con Estados Unidos.
CRISIS POLÍTICA INTERNA Y FRAGMENTACIÓN. El gobierno de Petro enfrenta una crisis política profunda, caracterizada por el desgaste de su coalición en el congreso, renuncias ministeriales, denuncias de corrupción y crecientes movilizaciones opositoras. Las reformas estructurales (laboral, en pensiones y de salud) han encontrado fuertes resistencias tanto en el legislativo como en las calles, generando un bloqueo institucional que erosiona la capacidad de gestión del ejecutivo. El discurso presidencial, centrado en la idea de una “transformación histórica del modelo neoliberal colombiano”, ha perdido impulso frente a una opinión pública dividida y un clima de desconfianza generalizada.
SEGURIDAD Y CONFLICTO ARMADO: LAS SOMBRAS DEL PASADO. Colombia continúa siendo uno de los países más complejos en materia de seguridad interna. A pesar de los esfuerzos del gobierno por promover una política de “paz total”, los grupos armados disidentes de las FARC el ELN y las bandas criminales dedicadas al narcotráfico mantienen una fuerte presencia territorial. Las negociaciones con el ELN han mantenido avances interminables, pero la violencia persiste en regiones rurales y fronterizas. La inseguridad urbana, los asesinatos de líderes sociales y los conflictos ambientales en torno a la minería ilegal y el control territorial reflejan la dificultad de consolidar el estado en amplias zonas del país.
EL ASCENSO DE LA NUEVA DERECHA COLOMBIANA. El desgaste del proyecto progresista de Petro ha impulsado el resurgimiento de una derecha renovada, articulada en torno a figuras jóvenes, regionales y con discurso tecnocrático. Este nuevo sector (distinto del urbanismo clásico) combina un reclamo por estabilidad económica, defensa institucional y rechazo a la confrontación ideológica. El clima social adverso, el aumento de la inseguridad y la incertidumbre económica han reconfigurado el escenario político de cara a las elecciones legislativas y presidenciales venideras.
LECTURA GEOPOLÍTICA: ENTRE LA ESTRATEGIA Y EL AISLAMIENTO. En el plano internacional, el viraje de Petro coloca a Colombia en una posición ambigua dentro del sistema interamericano. Por un lado, busca independencia de Washington y alineamiento con potencias emergentes como China y Rusia; por otro, sigue dependiendo económicamente del mercado estadounidense y de los organismos financieros multilaterales. La ruptura con Israel, sumada al enfriamiento con Estados Unidos y las tensiones internas, podrían redefinir la política exterior colombiana en un contexto de crisis global y fragmentación regional. En este sentido, Colombia se convierte en un caso testigo del dilema latinoamericano contemporáneo: cómo ejercer soberanía política sin perder estabilidad económica ni aislamiento internacional.

- Nicolás Figueroa.







