
Mujeres en la Diplomacia
A pesar de los compromisos asumidos en Beijing y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la participación plena y equitativa de las mujeres en la diplomacia sigue siendo una promesa incumplida. La infrarrepresentación femenina en los espacios de decisión internacional persiste, y recientes retrocesos en gabinetes paritarios, carteras ministeriales estratégicas y plataformas multilaterales reflejan un panorama preocupante. Las cifras lo confirman: entre 1992 y 2019, solo el 13 % de quienes negociaron procesos de paz, el 6 % de los mediadores y el 6 % de los firmantes fueron mujeres.
Esta exclusión no es casual ni neutra. El Consejo de Derechos Humanos y ONU Mujeres identifican barreras estructurales que perpetúan esta desigualdad: normas de género que relegan a las mujeres a áreas “blandas” como cultura o desarrollo social; estereotipos que cuestionan su liderazgo; y violencia política, incluida la digital, que busca silenciarlas, cuestionando su valor al momento de la toma de decisiones. Estas dinámicas no solo afectan a las mujeres, sino que empobrecen la calidad y legitimidad de las decisiones multilaterales.
Sin embargo, el cambio es posible. En 2025, el liderazgo femenino en diplomacia comienza a visibilizar su potencial transformador. Las diplomáticas están en una posición única para articular las prioridades de sus países con los valores democráticos globales, integrando los derechos humanos, la equidad de género y la paz sostenible en el corazón de las relaciones internacionales. En paralelo, los parlamentos nacionales emergen como aliados estratégicos, impulsando reformas institucionales, presupuestos con perspectiva de género y mecanismos de rendición de cuentas que exigen representaciones equitativas en misiones extranjeras.
Para lograr una diplomacia verdaderamente inclusiva, se requieren políticas decididas: programas de mentoría, sanciones efectivas contra la violencia de género, y la creación de espacios seguros que reconozcan la diversidad de experiencias de las mujeres. La resolución A/RES/76/269, que establece el 24 de junio como el Día Internacional de la Mujer en la Diplomacia, es un paso simbólico que debe acompañarse con transformaciones estructurales y compromisos sostenidos.
No se trata solo de justicia. Se trata de eficacia. Diversos estudios demuestran que los procesos de paz y las negociaciones multilaterales con participación activa de mujeres son más duraderos, inclusivos y sostenibles. La igualdad de género no es un objetivo accesorio, sino un eje vertebral para el desarrollo global. El ODS 5 lo expresa con claridad: sin mujeres en la toma de decisiones, no hay desarrollo verdadero.
Hoy, las diplomáticas no solo representan a sus Estados. Representan una nueva forma de ejercer el poder: una diplomacia que escucha, que integra, que transforma. Reconocer, promover y proteger su rol no es un gesto simbólico, sino una necesidad urgente para un mundo más justo, pacífico e igualitario.
- Victoria Paganini.







